lunes, febrero 21, 2005

Alejandro Magno (Alexander)


Para curar el insomnio

Alejandro Magno fue un hombre que sigió su visión hasta las últimas consecuencias, en este sentido el señor Oliver Stone demuestra más de una similitud con el Rey de Macedonia en su versión de la vida de Alejandro. Desde el principio la espectacularidad que plantea, llama la atención. Su reconstrucción de época casi hace valer la pena el largo viaje filmico al que nos obliga recorrer.Oliver Stone no es un hombre de masas, el no hace cine, hace arte, pero se olvida en su tosudez que el cine es arte de masas, y si ben eso no significa que toda obra cinematográfica deba ser un producto vacío y pochoclero, tampoco se debe caer en un producto críptico y snobista. La película logra notablemente ofender a los dos tipos de publico posibles. Ofende al que conoce la vida de Alejandro porque no se logra entender la extraña edición que hace Stone, cayendo en poderosos anticlimax al, por ejemplo, profundizar el conflicto entre Alejandro y sus padres, y despreciar filmicamente el momento del asesinato de Filipo reduciéndolo a una anécdota en voz en off, saltando directamente a la campaña en Persia, y finalmente tras largas horas mostrar el asesinato en un flashback inentendible. Por otro lado a aquél público que buscaba en la película un entretenimiento ligero cargado de elaboradas escenas de acción, y por qué no, un acercamiento inicial a lo que fua la vida de Alejandro, Stone logra ofender al asumir groseramente que todo público conoce la vida del protagonista tan bien como él. La película no describe sino que saltea, edita y no explica. Perdidas en una sopa de dialogos grandilocuentes se encuentran dos y sólo dos escenas de batallas, excelentemente filmadas hay que reconocerlo, pero esto significa otra cachetada al público masivo, porque la película no se vendió como lo que era. El señor Stone hace una pelicula soberbia, en el sentido literal de la palabra, porque insulta al público con un producto que se cree mejor que a quien se vende.
Un punto que podría ir a favor, cae en abusos y golpes casi bajos: el guión trata la homosexualidad (practica social común de la época) en principio sutilmente, cayendo finalmente en reiteraciones y vueltas novelescas con lágrimas desmedidas. Stone está lleno de buenas intenciones que naufragan con espectacularidad similar al presupuesto. Llegado cierto punto, ni los actores logran mantener el bote a flote. Mucho se ha dicho acerca del extraño casting. Es cierto que Colin Farrel es muy viejo para ser hijo o Angelina Jolie es muy joven para ser madre, pero podría haberse salvado con un poco más de maquillaje para avejentarla, cosa que presumo no se hizo por una cuestión de marketing. La dinamica entre el trio Filipo (Val Kilmer), Olimpia (Jolie) y Alejandro (Farrel), funciona. Alejandro es reducido a un hombre tironeado entre los egos de sus padres, con las complejidades que de esto resulta. En el pastiche final esta humanización, en principio interesante, pasa desapercibida porque el director/guionista decidió hacer las cosas demasiado Hollywoodenses en una película con aspiraciones de cinearte. La intención de los paralelos con ciertos mitos es buena, pero se cae al querer abarcar forzadamente demasiados en una misma persona.
Así como su Alejandro llega a parecer un nene caprichoso insistiéndole a un ejército cansado, tras batallar por más de siete años, que lo siga a conquistar terrenos desconocidos, Stone se emperra en seguir su "expedición" filmica más allá de lo tolerable.

En conclusión: Desastre de proporciones épicas.

miércoles, febrero 02, 2005

Llevados por el deseo (Closer)


..amarga


Aparentemente superficial, aparentemente mala para la mayoría de la gente, Closer encierra una complejidad cargada de la crueldad que sólo se encuentra en la vida misma.
Bajo los encuentros en principio casi mágicos, incluso un poco forzados, de cuatro extraños se encuentra una reflexión descreída y amarga que desnuda la complejidad que existe entre las relaciones humanas.
Yo siempre fui de la idea de que los primeros minutos de una película encierran el mensaje principal. Apenas comienza asistimos al juego de miradas entre dos anónimos transeuntes, envuelto en la sacarinosa "Can´t take my eyes of you". Por una distracción la chica que luego conocemos como Alice (Natalie Portman) es atropellada. Su lesión no es grave y da el punto de partida para su relación con Dan (Jude Law). Así como el accidente baja a tierra brutalmente la ensoñación primeriza, la película en su transcurrír mostrará las ensoñaciones que se entrecruzan cada vez que una relación comienza (o se retoma), y el caer a tierra de la mismas. Pero así como la lesión de Alice no es mortal, las heridas mutuas de los protagonistas no lo son. Y siguen con sus vidas.
Los personajes son sutilmente complejos, se van revelando al espectador de a poco, pareciendo arquetipos vacíos en un principio, develando dos oposiciones: dos personajes adultos y dos infantiles, dos manipuladores y dos pasivos; las duplas se entrecruzan así como las parejas en sus idas y vueltas.
De ritmo teatral, que da cuenta de su origen, la historia elige mostrarnos capítulos en especial de las vidas de los protagonistas. Esta elección no es azaharosa. El mensaje depende de los encuentros y de las rupturas, obviando todo lo demás. La elección es muy inteligente, ya que los momentos más recordados en las relaciones suelen ser, justamente, los primeros encuentros y las separaciones. Esta "edición" de las vidas de Alice, Dan, Anna (Julia Roberts) y Larry (Clive Owen), gira entorno a los roces, engaños y manipulaciones que en conjunto, al estar tan concentrado, parece poco creíble, pero sólo toma reflexionar un poco para darse cuenta del realismo cruel de las situaciones. Al final sólo aquel que pudo dejar atrás sus expectativas, su ensoñación primeriza, y acepta a su pareja con sus errores y falencias es el que logrará su "final feliz".
No es una película mala, pero no es buena, es ácida y descreída, correcta en lo técnico y bien manejada en lo actoral. No es una película romantica o dramática, y mucho menos superficial. Es cruel. Es el lado que uno, quizás, elige no ver tanto en las relaciones propias como en las ajenas. Quizás por eso el "closer" del título, se requiere un ojo muy fino para armar esta historia. Y una cantidad notable descreimiento.
El mensaje final es que quizás estamos condenados a permanecer como extraños entre nosotros, incluso cuando estamos más cerca.

En conclusión: Manéjese con cuidado.