lunes, diciembre 19, 2005

El mercader de Venecia


Por ser políticamente correcto….

W. Kandinsky en su libro acerca del arte sostenía que las obras de arte cobraban vida propia y se separan de su autor y sus intenciones originales. Esto quiere decir que las interpretaciones de las obras varían, pero no son infinitas. Este libro de Kandinsky no figura en la biblioteca del director Michael Radford y “El mercader de Venecia”, adaptación de la obra del mítico W. Shakespeare, es prueba de ello.
Antonio (Jeremy Irons) rico mercader de la ciudad de las góndolas, acepta financiar una loca expedición casamentera de su amigo Bassanio (Joseph Fiennes) y para eso pide una suma prestada a un prestamista judío llamado Shylok (Al Pacino). Este, cansado de los maltratos y discriminaciones que sufrían los judíos en esa época, accede a prestar el dinero bajo extrañas condiciones: no cobrará intereses, pero si Antonio no puede devolver el dinero pronto, tendrá una libra de su carne. Shakespeare ha sido muchas veces adaptado al cine, algunas versiones fueron más afortunadas que otras. Esta es probablemente una de las peores, cuanto error se puedan imaginar ha ocurrido aquí.
En primer lugar, Bradford parece que elige quedar bien con la colectividad judía y acentúa la discriminación y las persecuciones. Es un giro interesante pero imposible con el guión original de Shakespeare. Mutila al personaje de Shylock, no deja ver el conjunto de tramoyas que lo van a empujando a ser el personaje repelente y mezquino que es y el resultado es un injerto inicial que desvirtúa toda la trama. El giro de la adaptación es tan burdo que el guionista y director (para colmo es el mismo) no elimina las escenas que hacen incoherente la trama! ¿Era Shakespeare antisemita? Es una larga discusión, pera esta no era una obra que buscará redimir en algún sentido a los judíos. No todos los sentidos son posibles como decía Kandisnky
Bradford continúa con sus errores de adaptación. El teatro isabelino se sabe tiene un ritmo diferente y las adaptaciones tienden a recortar los diálogos. Hay extremos como transformar a Romeo en un pandillero latino o las hiperfieles adaptaciones de Kenneth Branagh que duermen al auditorio no preparado. Bradford inaugura un nuevo modelo: el recorte indiscriminado. Se recortan algunos diálogos, y luego inexplicablemente los personajes se sumergen en tremendos monólogos que siguen el ritmo shakespeareano. El resultado es tétrico. ¿Ritmo cinematográfico? ¿Y eso que és?
Bradford tampoco saca el jugo de sus actores y las performances son irregulares. Al Pacino y Irons están, a lo sumo, correctos (conocen mucho su oficio). Interesantes revelaciones en los personajes femeninos de Portia (Lynn Collins) y Jessica (Zuleihka Robinson) y el resto, con Fiennes a la cabeza, son bien olvidables.
Utilicemos un poco más al pobre William para cerrar, alentándolos a que partan pronto y relaten las tristes nuevas pues no ha habido adaptación más triste que es la de Michael Bradford y sus desdichado mercader de Venecia.

Conclusión: Algo huele podrido en Venecia

jueves, diciembre 01, 2005

Virgen a los cuarenta


La cosa esta dura.

Joven espectador, si Ud tuviera 40 años o simplemente hubiera pasado los 35 es probable que su despertar estuviera signado por una adolescencia en que pudo ver joyas cinematográficas como Porky o La Venganza de los Nerds, en las que no sólo descubre el cuerpo femenino sino que se hace familiar con ese tipo de comedia. El nuevo milenio le traerá American Pie y verá con condescendencia la situación del pobre Jim. Y si para esa altura aún no pinchó el globo es fácil adivinar como se sentirá: al palo.
Así se despierta el protagonista de nuestra historia, Andy Stitzer (Steve Carell) quien es un pobre empleado de un local de electrónica que sufre la burla de sus amigos (y las insinuaciones de su única y espantosa colega mujer, la cual tiene las compuertas bien abiertas) y que como el título del film lo indica a sus 40 años aún no logró enterrar el huesito.
El resto de la trama es previsible. Sus amigos tratarán de ayudarlo a superar su timidez y dar el gran debut pero terminarán por embarrar más las cosas. Nuestro protagonista conocerá a Trish (Catherine Keener), una mujer de muy pasados los treinta, con tres hijos y que vende cosas por internet. El deberá decidir si ordenar servicio completo con ella, de quien esta enamorado, o con Beth ( Elizabeth Banks) una ninfeta de cuidado. Pero por previsible no será menos divertido.
Una comedia al estilo American Pie con la virtud de conocer a su público. Tiene humor y muchos chistes escatológicos pero puede captar tanto adolescentes como jóvenes y adultos. El guión muestra un conocimiento fino y detallado de muchos mitos en torno a la virilidad masculina y la actividad sexual. Hay actuaciones más que satisfactorias y una dirección clásica pero eficaz, ideal para ir al cine con amigos y/o con novias y/o amigas de mente abierta. Recomendable para una noche de viernes tarde con amigotes, birras y pizzas.

Conclusión: Risas Vírgenes.