Para curar el insomnio
Alejandro Magno fue un hombre que sigió su visión hasta las últimas consecuencias, en este sentido el señor Oliver Stone demuestra más de una similitud con el Rey de Macedonia en su versión de la vida de Alejandro. Desde el principio la espectacularidad que plantea, llama la atención. Su reconstrucción de época casi hace valer la pena el largo viaje filmico al que nos obliga recorrer.Oliver Stone no es un hombre de masas, el no hace cine, hace arte, pero se olvida en su tosudez que el cine es arte de masas, y si ben eso no significa que toda obra cinematográfica deba ser un producto vacío y pochoclero, tampoco se debe caer en un producto críptico y snobista. La película logra notablemente ofender a los dos tipos de publico posibles. Ofende al que conoce la vida de Alejandro porque no se logra entender la extraña edición que hace Stone, cayendo en poderosos anticlimax al, por ejemplo, profundizar el conflicto entre Alejandro y sus padres, y despreciar filmicamente el momento del asesinato de Filipo reduciéndolo a una anécdota en voz en off, saltando directamente a la campaña en Persia, y finalmente tras largas horas mostrar el asesinato en un flashback inentendible. Por otro lado a aquél público que buscaba en la película un entretenimiento ligero cargado de elaboradas escenas de acción, y por qué no, un acercamiento inicial a lo que fua la vida de Alejandro, Stone logra ofender al asumir groseramente que todo público conoce la vida del protagonista tan bien como él. La película no describe sino que saltea, edita y no explica. Perdidas en una sopa de dialogos grandilocuentes se encuentran dos y sólo dos escenas de batallas, excelentemente filmadas hay que reconocerlo, pero esto significa otra cachetada al público masivo, porque la película no se vendió como lo que era. El señor Stone hace una pelicula soberbia, en el sentido literal de la palabra, porque insulta al público con un producto que se cree mejor que a quien se vende.
Un punto que podría ir a favor, cae en abusos y golpes casi bajos: el guión trata la homosexualidad (practica social común de la época) en principio sutilmente, cayendo finalmente en reiteraciones y vueltas novelescas con lágrimas desmedidas. Stone está lleno de buenas intenciones que naufragan con espectacularidad similar al presupuesto. Llegado cierto punto, ni los actores logran mantener el bote a flote. Mucho se ha dicho acerca del extraño casting. Es cierto que Colin Farrel es muy viejo para ser hijo o Angelina Jolie es muy joven para ser madre, pero podría haberse salvado con un poco más de maquillaje para avejentarla, cosa que presumo no se hizo por una cuestión de marketing. La dinamica entre el trio Filipo (Val Kilmer), Olimpia (Jolie) y Alejandro (Farrel), funciona. Alejandro es reducido a un hombre tironeado entre los egos de sus padres, con las complejidades que de esto resulta. En el pastiche final esta humanización, en principio interesante, pasa desapercibida porque el director/guionista decidió hacer las cosas demasiado Hollywoodenses en una película con aspiraciones de cinearte. La intención de los paralelos con ciertos mitos es buena, pero se cae al querer abarcar forzadamente demasiados en una misma persona.
Así como su Alejandro llega a parecer un nene caprichoso insistiéndole a un ejército cansado, tras batallar por más de siete años, que lo siga a conquistar terrenos desconocidos, Stone se emperra en seguir su "expedición" filmica más allá de lo tolerable.
En conclusión: Desastre de proporciones épicas.
lunes, febrero 21, 2005
Alejandro Magno (Alexander)
Publicadas por Anita a la/s 2:30 p. m.
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