lunes, febrero 13, 2006

El increíble castillo vagabundo (Hauru no ugoku shiro)


Señores, de pie...

Hace ya unos años que vengo vislumbrando lo que he denominado "efecto Miyazaki", esto es en variadas ocasiones poder comprobar como públicos de la más variada edad se encuentran enganchados a más no poder viendo una película del señor en cuestión. Hace ya un par de años en el MALBA una nena de cuatro años decía a su mamá "se murió?" en relación al sacrificio de Nausicäa. Un tiempo después y gracias al tardío reconocimiento, ya en una sala comercial, un adolescente de trece miraba agarrado a la butaca de adelante el mundo que se desplegaba a partír de "El viaje de Chihiro". La última prueba de que una película de Miyazaki puede llegar a cualquier público lo tuve la noche en que fui a ver "El increíble castillo vagabundo". Función transnoche. Unos adolescentes de alrededor dieciocho llegaron a la sala en su modalidad más pava dado que no habían conseguido entradas para la película que querían ver originalmente. Eran de esos que molestan con los celulares, patean butacas y no tenían la menor idea de lo que se trataba y en cuanto aparecieron los caracteres japoneses, se rieron con un "uuuh, dibujos chinos". Pero a partír de la primera escena enmudecieron. Y no salieron de su mutismo hasta los títulos del final.
Basada en el libro inglés "Howl´s moving castle" la película toma lugar en algún país de tintes europeos, con aires a la primera y segunda guerra mundial a la vez, donde nos encontrarmos con Sophie Hatter, una jovencita muy seria que carga con el serio destino de llevar adelante la seria sombrerería de su padre. Sophie se sabe sobria, responsable y sobre todo fea, particularmente en comparación a una hermana despampante que llena la panadería donde trabaja de señores que vienen a cortejarla. En este mundo la magia es moneda común, las brujas abundan, los magos son reclutados para el ejercito del Rey y se rumorea la existencia de un tal mago Howl que se dedica a robar los corazones de las jovencitas, no en un sentido figurado. Claro que sólo se acerca a las lindas, así que Sophie se encuentra tranquila. Sin embargo ella es abordada por el mago en cuestión y se gana la represalía de la Bruja Calamidad quien la maldice convirtiendola en una anciana. Sin saber qué hacer o cómo manejarse con su cuerpo y sus achaques, Sophie huye al descampado donde se encuentra con un castillo móvil, un eufemismo ya que se trata de una serie de techos y ventanas con patas que parecen mantenerse juntas de milagro. El castillo es la casa de Howl y Sophie se las ingenia para convertirse en una especie de ama de llaves del lugar, conviviendo a su vez con una serie de compañeros del mago: un simpático aprendiz, un espantapájaros encantado y un demonio llamado Calcifer que, en palabras propias, es el único que trabaja en ese lugar. Ella llega a un acuerdo con el demonio por el cual, si ella logra romper el hechizo que lo ata a Howl, él romperá el de ella. Desde adentro Sophie comienza a ver que, por supuesto, no todo es lo que parece y que el atractivo y mujeriego Howl es simplemente un cobarde. Lo que no impide que se enamore de él.
Bien entrado en años ya, Miyazaki logra componer una fantasía cuyos personajes y situaciones asombrosas logran sorprender y entretener a público de cualquier edad, a la vez que relfexiona sobre la edad, la vejez de cuerpo diferenciada de la de mente, las responsabilidades y el crecimiento. Como siempre maravilla con los paisajes, nos regala de yapa un sentimiento antibélico y más que nunca demuestra que se puede hacer cine para todo público inteligente, en oposición en particular a Disney que sigue haciendo desastres con sus clásicos pero por suerte se avivó (mejor tarde que nunca) de la existencia de la obra de este excelente director que hay que disfrutar mientras siga filmando.
Para quien no esté al tanto Hayao Miyazaki es un director de animación con una muy larga trayectoria no tan ajena a Occidente. Para aquellos memoriosos, él estaba detras de la versión nipona de Heidi que se vio en la televisión local allá por los ochenta. Y más alla de eso es un gran conocedor del universo infantil, responsable de una serie de películas que pasan de lo entretenido a lo maravilloso sin escalas. Entre sus películas más conocidas se encuentran "Nausicäa del valle del viento", "Mi vecino totoro", "La princesa Mononoke", que fue la primera en ser distribuida por Disney si bien no llegó a verse en los cines locales, y la galardonada "El viaje de Chihiro".

Conclusión: La experiencia de ver un film de Miyazaki en el cine es imperdible. No se lo pierdan.

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(a mí me gusta más Howl morocho)