En el negocio del espectáculo...
Allá por 1968 el guionista/director Mel Brooks concibió una comedia acerca de un productor fracasado de Broadway, quien junto a un tímido contador intenta llevar adelante una estafa millonaria produciendo la peor obra musical a fin de que cierre el mismo día del estreno y ellos se queden con el dinero de la "perdida". La película fue un éxito, ganando varios premios entre ellos "mejor guión" para Brooks. Eventualmente la película sobre una mala obra de teatro fue convertida en una exitosa obra musical. Y ahora en una de esas cintas de moebius hollywoodenses se nos presenta la película-basada-en-la-obra-basada-en-la-película-sobre-una-obra.
¿Mareados?
Max Bialystock (Nathan Lane) es el mayor productor de fracasos en Broadway. Tanto es así que le han diseñado un cartel que rota de noche de estreno a noche de cierre. Es un tipo sin escrupulos, tanto así que no duda de jugar al peón bien dotado y la campesina virgen con viejitas adineradas para conseguír los fondos para seguir adelante. En su vida entra el cándido y tímido contador Leo Bloom (Mathew Broderick en piloto automático) quien sueña secretamente con ser productor y salir con coristas. Casi por error le comenta a Bialystock que podría ganar mucha plata más si hiciera una obra concebida para ser un fracaso. Obviamente él le toma el gusto a la idea y recluta al contador para ser su compañero en la estafa. Los pasos a seguir son disparatados hasta como pueden ser en una historia de Mel Brooks, incluyendo un director coreando junto con su staff "keep it gay" en relación al teatro, una obra de corte puramente neo nazi escrita por un fanático ("Springtime for Hitler") y una sueca secretaria/recepcionista/corista llamada Ulla (Uma Thurman). Claro que las cosas no salen como fue planeado y los productores se ven en serios problemas cuando su obra en vez de ofender al público es recibida como una parodia y termina siendo un éxito. Hasta ahí canciones, parodias a los musicales de los ´40 y ´50 y una muy divertida obra musical que choca un poco con el lenguaje cinematográfico. Esto se debe a un problema de adapación, si es que hubo alguna. La obra es tomada bastante literalmente y la dirección de una tal Susan Stroman es completamente insípida. Se limita a mostrar la obra como si se tratara de una transmisión de algún premio por TV. Su dirección de actores es inexistente. Dada la cantidad de años que Nathan Lane y Mathew Broderick llevan haciendo la obra, evidentemente nada nuevo hay para ver. Salvo el pequeño detalle de que nos encontramos frente a una pantalla de cine y no un escenario con cierta distancia, de ahí que las muecas exageradas de casi todo el cast resulten un poco demasiado para un primer plano. Salvado el problema del salto de lenguajes, la película se deja ver, divierte y casi casi parece que se está viendo la obra directamente. Casi.
Conclusión: Divierte. Y punto.
lunes, febrero 06, 2006
Los Productores (The Producers)
Publicadas por Anita a la/s 3:23 p. m.
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