A la derecha de su televisor
No hay nada más tradicional como el almuerzo del Domingo en familia, título original en italiano de esta perturbadora comedia que la juega de ligera y guarda bajo el ala más de un mensaje peligroso.
En la Roma actual una familia con las aparentes disfuncionalidades promedio se juntan a almorzar los domingos en la casa de la figura matriarcal: la abuela Franca Malorni, viuda en situación acomodada que busca paliar su soledad en éstas reuniones de carácter obligatorio. Ella nuclea a sus tres hijas: Susanna, casada con el abogado trepador y con eterno tono naranja de bronceado artificial Massimo, y con una hija adolescente; la depresiva Barbara casada con el sencillo pero trabajador Maurizio; y finalmente Sofia casada con el idealista Nicola quien en su tozudez por mantener sus principios de izquierda no logra conservar un trabajo con el cual mantener a sus cuatro hijos.
Los conflictos latentes explotan cuando Franca se resbala y se rompe el fémur, las visitas al hospital sirven de disparador, más o menos forzado, para que las tres hermanas intercambien sus problemas.
Hasta ahora nada original ni destacable, no necesariamente aburrido pero tampoco llegando a los niveles de comedia promedio. El problema mayor se encuentra en la lectura entre líneas del guión. Lo que comienza como una simple chanza de carácter político deriva en una bajada de línea carente de gusto. En los arquetipos que representan los personajes se encuentra un tufillo a rancio que en el mejor de los casos preocupa y en el peor ofende. Empezando por la caricatura de setentista parado en la década en cuestión, el personaje de Nicola pasa de simpático a poco creíble en muy pocos minutos, capaz de poner en peligro la manutención de su casa si de defender un ideal a los gritos se trata, claro que cuando finalmente los compromete y gana una buena cantidad de euros en la versión italiana de "¿Quién quiere ser millonario?", exclama felíz: "Por fin me sirvió Lenin para algo", en referencia a la respuesta que le valió el premio. El abogado mujeriego se sabe de derecha pero no insiste mucho ya que no es un personaje muy querible, pero resulta que el trabajador Maurizio, quien se sabe hecho desde abajo manteniendo un vivero de cierta importancia y una mujer cuyas depresiones deberían traer mayor conflicto a la pareja (pero no porque él es casi un santo), manifiesta su apoyo a il cavaliere (apodo del ex-primer ministro Silvio Berlusconi) de una forma bastante explícita. La RAI produce la película. No queda mucho más que decír.
Los roles de las mujeres tienen su cuota. Cuando Susanna finalmente descubre los múltiples cuernos que le ha metido Massimo, no importa la vergüenza ni que él haya hecho carrera a partír de heredar el estudio jurídico de su padre. Ella lo perdona. Y decide castigar jurídicamente a las mujeres que participaron en el adulterio. Por otra parte, teniendo cuatro hijos (cinco en palabras de ella), el personaje de Sofia nunca considera la posibilidad de salir a trabajar para llenar el vacío de Nicola, hasta que la situación se vuelve desesperada, pero como él termina ganando 300.000 euros, ella vuelve feliz a su rol de ama de casa esclavizada, carrera universitaria completamente olvidada. Las depresiones de Barbara, que en principio parecen algo más que psicosomáticas, se curan milagrosamente cuando ella queda embarazada.
La famiglia unita hasta lo espantoso.
Esta película comparte con la adaptación del musical "Rent" la fachada inocente y el mensaje retrógrado por detrás. Yo apoyo el cine como entretenimiento pero en éstos casos lo defenestro como herramiente ideológico macabra. Lo que comienza como un retrato costumbrista termina siendo propaganda del gobierno de turno (la película es del año 2003). Están avisados.
Conclusión: ¿Había que reírse?
martes, julio 04, 2006
Retrato de familia (Il pranzo della domenica)
Publicadas por Anita a la/s 6:55 p. m.
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