lunes, mayo 23, 2005

Episodio III, La venganza de los Sith (Episode III, Revenge of the Sith)


Tratando de cerrar todo

Tras los desastrosos Episodios I y II, George Lucas se despacha con el cierre de su precuela, sin ahorrar esfuerzos en quedar bien con todo el mundo. A los fans les muestra finalmente la aparición del villano arquetípico tan esperado, Darth Vader, y a los críticos intenta entregarles un capítulo que intenta ser algo más que un manojo de espejitos de colores envueltos en una trama inexistente. Pero por momentos falla en lo más importante, entretener al público. Recurre una vez más en el error que se manifestó en las entregas anteriores. La antigua saga se definía basicamente como un producto de entretenimiento, desgraciadamente las precuelas prometen más de lo que entregan, y salvo por momentos de desmesurado despliegue, el resto es simplemente diálogo. Este caso no es la exepción, y tras las escenas de acción, incluso entre las mismas, aparecen otras que con un gran efecto anticlimatico nos muestra a dos o más personajes dialogando. Es notable como con los años Lucas olvidó que más allá de los efectos, sin ritmo (y obviando los serios problemas del guión) la película se cae.
La primera parte de la trama nos trae nuevamente a Anakin Skywalker, que de niño generado por una aparente concepción inmaculada (caramba), ha pasado a adolescente inseguro e inestable y de ahí a joven con pinta de bomba de tiempo sacudido por un entrenamiento Jedi que lo inclina a un autocontrol que no tiene y una amante que no puede reconocer como esposa ante el mundo (no, no es la telenovela de la tarde, es Star Wars). Cuando unos sueños de un futuro negro comienzan a perturbarlo, la caída del protagonista comienza, y por supuesto eso da pié a la parte más interesante de la película. Las largas intrigas palaciegas en la república comienzan a tomar forma y desembocan en la trampa mortal que lleva a la caída de los Jedis. Antes de todo, a favor de Lucas se encuentran un par de resoluciones para la caída del protagonista que son, si bien trilladas, agradablemente violentas entre tanto romanticismo. Otra cuestión es la capacidad de poner cara de malo muy malo de Hayden Christensen (Anakin), que casi logra que olvidemos lo mal que pronuncia sus líneas. Por otro lado, quien logra un excelente trabajo es Ewan McGregor (Obi-Wan Kenobi), en una gran imitación de la inflexión y modismos del Obi-Wan de Alec Guiness. Y eso es todo.
Episodio III entretiene, como las anteriores, en su despliegue de impresionantes escenarios y batallas generadas digitalmente, pero echa agua en la formación de los personajes, en la dinámica entre los mismos, y en la pobre dirección de Lucas, quien aparentemente entretenido con los juguetes que la tecnología le permite inventar, olvida el más simple uso del montaje cinematográfico. Si bien mi opinión puede parecer elitista, es completamente justificada ya que Lucas logró muy buenos climas de diversos tipos tanto en las viejas películas como en la famosa saga de Indiana Jones. A quien fue capaz de generar notables productos de entretenimiento bien se le puede exigir que minimamente mantenga la calidad.

Conclusión: Fan Service