La tercera es la vencida.
No me gusta Sofía Coppola.
La considero una directora menor, pretenciosa, inflada por su apellido y por la prensa.
A pesar de que me decepcionó con "Las vírgenes suicidas" y odié profundamente "Perdidos en Tokio", decidí darle una última oportunidad. Dado que las primeras dos habían sido amadas por la prensa especializada y no habían sido de mi agrado, admito que la curiosidad se me despertó ante la idea de una película de época con una banda sonora actual (nada que Baz Luhrmann no haya hecho antes, pero cierto, es Luhrmann no Coppola), el retrato de adolescentes en situaciones de poder y responsabilidad que no pueden terminar de manejar y un publicitado abucheo en Cannes.
Intentémoslo otra vez, me dije.
Quizás si a la prensa especializada no le gustó esta vez me guste a mí, pensé ante la posibilidad de una situación reversa.
Ah, pero aunque fue recibida con relativa frialdad, por alguna razón la prensa local la amó...
Yo no tanto.
A los catorce años María Antonieta es entregada por su madre María Teresa de Austria a la corte francesa a fin de casarla con Luís XVI y sellar una alianza. La joven delfina es dulce y cándida, parece no entender la complejidad de la corte de Versalles. Las intrigas parecen superarla, si bien logra encontrar aliados. Pero no todo es sufrimiento, ya que pronto encontrará aliento en el encargo de vestidos y las largas partidas de cartas donde las apuestas hacen tambalear el presupuesto del futuro Rey.
Luís XVI es cándido también, torpe y por alguna razón no parece tener ninguna curiosidad acerca de lo que puede llegar a hacer durante la noche con su joven esposa. El tiempo pasa, el matrimonio no se consuma y las presiones y rumores comienzan a hacer mella en nuestra dulce heroína. Las habladurías ponen en duda la posición de María Antonieta y una madre severa escribe iracundas cartas.
María Antonieta sufre y desahoga su angustia en fiestas, vestidos y juego.
Finalmente, con ayuda de su hermano que pasea con Luís y le explica cómo se hacen las cosas, el matrimonio da frutos y nace María Teresa.
Fin de la angustia.
María Antonieta ya no sufre y desahoga su felicidad en fiestas, vestidos y juego.
Un buen trecho de película falta, el conflicto principal se resolvió, no aparece ningún otro conflicto que mantenga el interés y todas las buenas intenciones volcadas en la película de disuelven junto con la voluntad del espectador de seguir sentado en la sala.
En principio es una idea interesante el retrato de adolescentes de antaño como adolescentes contemporáneos, acompañados de música de los ochenta, considerada la década de los excesos que bien va con el comportamiento de la corte. Sin embargo la idealización de María Antonieta como una criatura prácticamente con una inocencia digna de la Heidi de Miyasaki, envuelta en la complejidad de una corte mucho mas creíble termina produciendo un resultado maniqueísta y simplista. Lo que tampoco es un retrato justo de la sociedad francesa de esa época.
Sofía Coppola fuerza situaciones para ajustarlas a su propia visión del mundo, sin dejar de bajar línea de manera un poco alarmante y casi xenófoba. Dónde se cree ver crítica social y reflexión sobre la soledad, es en mi opinión, fobia hacia lo diferente e intolerancia a las costumbres ajenas. Es interesante, por ejemplo, como muestra que la ayuda financiera a la Revolución Americana es punto inicial de la debacle económica de Francia y responsable indirecta de la Revolución Francesa. O en otras palabras, la independencia norteamericana provocó la independencia francesa.. con razón los abucheos en Cannes.
Su cámara es insípida como el mensaje que supuestamente da. No es una reflexión sobre la futilidad en lo superficial, es superficial y ya.
Papi tendría que dejar de pagar por estas películas.
Conclusión: Junta elementos, mezcla, licua y trata de que salga algo bueno. Pero no.
miércoles, enero 31, 2007
María Antonieta, la reina adolescente (Marie Antoinette)
Publicadas por Anita a la/s 1:02 p. m.
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