domingo, noviembre 13, 2005

Millones (Millions)


Un cuento de Navidad.

Hace un tiempo, y pueden verlo en este blog, Anita llamaba la atención sobre la vuelta a los 50. Grandes directores y guionistas intentaron rescatar y hacer films con esa ternura. Esta vez fue el turno de Danny Boyle, el genial director rupturista que practicamente creo un nuevo lenguaje cinematográfico con films como Tumbas al Ras de la Tierra y la inolvidable Trainspotting.
Millions nos presenta a la clásica wretched family de los 50: Papá (James Nesbitt), sus dos hijos varones y su mamá trágicamente desaparecida. El mayor de los varones, Anthony (Lewsi Owen McGibbon) es uno de esos hiperpedantes chicos que asombran con su conocimiento inconexo de la realidad financiera internacional; el menor, Damian (Alexander Nathan Ethel) manifiesta una temprana fe religiosa, siendo capaz de recordar las fechas y circunstancias del nacimiento y muerte de diversos santos. Tras la muerte de su madre deciden mudarse y el pequeño Damian arma "su" casa junto a las vias con unas cajas. Allí recibe, como regalo del cielo, una valija con millones de libras, sólo comparte el secreto con su hermano, quien quiere usarlo para una serie de inversiones estratégicas en bienes raices y bonos. Damian por su parte quiere ayudar a los pobres. Así potencia el encuentro entre su padre y Dorothy (Daisy Donovan), una chica que junta dinero para ayudar a los niños africanos. Como era previsible el dinero era en realidad robado y el ladrón viene a reclamarlo.
La película debe ser sintetizada como un arriesgado experimento en donde Boyle busca rescatar y contar con un nuevo lenguaje todas las instancias clásicas: el conflicto entre el padre con derecho a rehacer su vida con una nueva mujer, los celos de sus hijos, la importancia de los valores morales y sociales por sobre el dinero (Damian diciendo que el dinero solo trae problemas) y varios niños adorables que nos asombran por su lucidez. Boyle, a su vez, muestra nuevamente su talento como musicalizador y su gran manejo de actores.
En cuanto al guión y el relato cinematográfico, destaca un notable conocimiento de la psicología infantil, capaz de rivalizar al mismo Hayao Miyazaki.
El film sin embargo sólo vale como primer experimento, se queda a mitad de camino. Se supone un film para toda la familia, pero para los niños es muy larga (¿que pasó con los films sólidos y acotados de 90 min?) y para los adultos es muy naive. Evidentemente el cine sufre un pequeño disloque entre el público y los recursos en materia de cine para toda la familia. Y Boyle también cayó en la redada. Aún así vale la pena. He dicho.

Conclusión: El dinero no hace a la felicidad.