martes, noviembre 22, 2005

Una historia violenta (A history of violence)


Atacando estereotipos norteamericanos

En este tipo de obras es donde más se puede ver la tremenda distancia entre los promedios, es decir, entre el crítico promedio y el espectador promedio. Coonsiderada ya por la masa culturosa como una de las mejores películas de Cronenberg, nos acerca a la familia Stall, aparente y típica hasta el hartazgo familia norteamericana, reflejo de todo lo que es bueno y "debería ser". Papá es bueno, dueño de un "diner" y pacífico. Mamá también es buena y trabaja aparentemente de fiscal. El hijo mayor es un adolescente promedio con todas las inseguridades aparentes y cierta tendencia mágico-hollywoodense a que las cosas le salgan bien cuando todo indica lo contrario. Y está la nena rubia y buena, como el resto de la familia, quien se despierta en el medio de la noche porque sueña con monstruos. Pero "los monstruos no existen" dice papá.
Los monstruos por supuesto que existen, sino no habría película. Aparecen en principio en la piel de dos ladrones hiper violentos que en su camino de maldades deciden parar en el buen diner del buen Tom Stall.. y cuando las cosas se ponen agrias Tom se los despacha con una habilidad imposible. Sigue un pequeño circo mediatico que lo único que logra es poner la cara de Tom en todas las televisiones, y a partir de ahí, el viaje es cuesta abajo. Atraídos por la información, se presentan en el pueblo unos mafiosos con cara de malos y peores intenciones, convencidos de que Tom es otra persona. Y entonces los acontecimientos se precipitan, la violencia engendra violencia (por supuesto) y las crisis de identidad se suceden.
Las metáforas están, el juego de géneros también, pero ¿qué pasa con la audiencia quien en su mayoría es ajena a éstos?. A favor de Cronenberg, logra risas incómodas y que, mal que mal, la gente se vea obligada a identificarse con un héroe que no es lo que aparenta. Los climas de tensión están bien logrados, pero la falla primordial está ahí, asomando: nadie compró la historia. Si bien el juego de géneros es totalmente lícito, la sacarinada idealización inicial de la familia Stall los vuelve casi de cartón, la identificación necesaria para llevar al espectador a lo largo del viaje incómodo no se logra totalmente.. y el resultado es que el espectador promedio sale del cine con la sensación de que lo estafaron. Lamento ser repetitiva, pero insisto en que la verdadera genialidad es lograr un producto profundo y metafórico, sin dejar totalmente de lado al espectador promedio. Es fácil caer en un producto cerrado para un elite entendida, o simplemente un entretenimiento vacío y pochoclero. Los extremos no son buenos y el mundo está lleno de buenas intenciones.

Conclusión: Mucho ruido y nueces para unos pocos