Jugando con animales míticos
El Tanuki en Japón es tanto un tipo de mapache como un espíritu travieso con la capacidad de cambiar su forma, en ésta particular película nos encontramos en algún momento del Japón medieval donde se cuenta que un humano jamás debería enamorarse de un Tanuki, ni el Tanuki debería amarlo a él. En una montaña misteriosa habita el narcicista Rey Azuchi Momoyama en el Castillo Gracia. Al mejor modo de la reina del cuento "Blancanieves" se pregunta quién es el más bello, pero en vez de un espejo hechizado cuenta con una virgen y anciana bruja ironicamente católica. La anciana en cuestión dispara la trama cuando le avisa al Rey que pronto su hijo Amechiyo será más bello que él. El padre no encuentra mejor solución que encargar a un cazador para que lo mate. Amechiyo sin embargo logra escapar del cazador y es encontrado por una misteriosa joven que no es otra que la Princesa de los Tanuki en figura humana, interpretada por la muy vista Zhang Ziyi. Siendo una actriz china, tiene a lo largo de la película algunas lineas en japonés, hablando el resto en mandarín, lengua que Amechiyo por supuesto no entiende, lo que no impide que se enamoren mutuamente.
Lo que sigue es un descontrol de colores, canciones de múltiples géneros (tap, rap, melódico, ópera), animación, ambientación teatral y escenas que parecen sacadas por momentos del teatro Kabuki, por momentos de las series Super Sentai (tipo Power Rangers).
A pesar de que la mezcla así enumerada parece imposible, el octogenario director Seijun Suzuki se las ingenia para sostener y cohesionar una disparidad de elementos como sólo puede encontrarse en cierto cine oriental.
Lo que sigue es un descontrol de colores, canciones de múltiples géneros (tap, rap, melódico, ópera), animación, ambientación teatral y escenas que parecen sacadas por momentos del teatro Kabuki, por momentos de las series Super Sentai (tipo Power Rangers).
A pesar de que la mezcla así enumerada parece imposible, el octogenario director Seijun Suzuki se las ingenia para sostener y cohesionar una disparidad de elementos como sólo puede encontrarse en cierto cine oriental.
Conclusión: Colorido bizarro nipón
Si alguien recuerda el cuelgue total que es la escena final de Zatoichi, esta película se siente así en todo momento
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