La picadora de carne hollywoodense
Allá en mi lejana infancia, alquile un VHS que se titulaba “Pathfinder, el guía del desfiladero de la muerte”. Resultó ser una joyita noruega de la que después especificare más. Cuando vi la gráfica de la remake hollywoodense del 2007, un frío me recorrió el espinazo. Y tenía razón. Harto de robar a diestra y siniestra a clásicos del cine japonés, italiano o de cualquier otra parte, este film noruego se vuelve una nueva víctima de Hollywood.
En el film original noruego, llamado Ofelas (1987), un muchacho lapón llamado Aigin presencia el asesinato de su familia por un grupo de vikingos llamados “Tjuders” y busca refugio entre otros lapones. Estos temiendo que él no haya cubierto bien sus huellas, lo abandonan y huyen hacia las costas. Aigin es atrapado y forzado a guiar a los tjuders hacia el resto de las poblaciones lapones. Aigin se prepara entonces para perpetrar la venganza de los suyos. El film noruego tiene ribetes épicos, un arte considerable y el mérito de, muchos años antes de Mel Gibson, estar hablado en dialecto vikingo antiguo y en Saami (antiguo lapón). La atmósfera del film es cautivante, y lo épico y dramático se funden muy bien.
Todo lo anterior no es válido para Pathfinders 2007, excepto que hay vikingos. Aquí la escena se traslada a Norteamérica. Una buena idea en principio. Un muchacho vikingo es rescatado de un naufragio por un grupo de aborígenes norteamericanos que lo crían como propio. Años después, vuelven los vikingos para conquistar sus tierras. El muchacho, ahora bautizado como Ghost (Karl Urban) comprende rápidamente que los vikingos no pueden ser derrotados abiertamente e intenta diezmar sus fuerzas mediante estratagemas. Estas fallan y él es capturado y obligado a servir de guía dado su carácter mestizo. Ah, y en el medio hay una historia de amor entre Ghost y una chica.
El guión estaba bien intencionado al principio. Luego se derrumba hasta ser una épica hollywoodense. O sea que el espíritu de sacrificio de la original se vuelve un clásico retrato del héroe y su grandiosidad torturada. El director Nigel supone que donde quiera que haya espadas hay que filmar como Gladiador de Riddley Scott. Cierto es que este film marcó época, pero los abusos conducen a esto. Una película que no se acaba de definir. Como épica y/o dramática es vacía. O peor, una mala copia de un muy buen original. Nada se plantea del choque entre culturas, o las nuevas interpretaciones de los pueblos originarios. Queda bien claro que los vikingos son superiores porque son europeos. Los indígenas son inocentes y primitivos, y la única esperanza es Ghost precisamente porque es un “europeo” criado en Norteamérica. Todo muy WASP. Como película de acción es lenta. Y como película sola es aburrida. Tiene serios problemas de ritmo.
Como en el film, director y guionista debieron escoger entre el sendero del oeste y el del este. Uno lleva a una película dramática y profunda, y el otro a un par de horas de golpes y sangre. O viceversa. En cualquier caso, no se opta por nada. Se sigue por el medio, sin escoger sendero alguno, y el film choca con piedras y arbustos y se tropieza. Y se llega a llevar por delante una montaña que no puede superar y que se llama: captar la atención del público.
Conclusión: Giro equivocado.
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